Fedor caminaba por la orilla del lago.
Pitricha estaba aún más leve por la enfermedad.
Enroscada en el cuello de su marido,
ella apoyaba sus ojos en los girasoles
y silenciosamente se despedía del paisaje
que era su mundo.
Fedor se sentó a la orilla del lago,
con ella en los brazos, mojó los pies
y riendo dijo: vamos a entrar...
Él estaba tranquilo, ella transparente y dolorida.
Entraron al lago,
Pitricha en sus brazos.
Él la soltó lentamente en el agua,
ya habían hecho esto muchas otras veces.
Ella no tenía miedo. Jugaron un poco.
La mente de él y de ella estaba alucinada.
¿Podría la muerte ser un juego
entre personas que se amaban tanto...
bueno, él seguía viendo la luz titilante de sus ojos.
Y de manera inesperada decidió ahogarla.
Introdujo la mano en su cabeza
y la forzó hacia el agua. Aguas cristalinas
y transparentes, ella no reaccionó...
Fedor la veía beber tanta agua
como si fuera un pez muerto de sed...
En esos largos segundos,
el lago se revolvió y lanzó
sobre el pequeño y débil cuerpo de Pitricha
una fuerza sobrenatural.
Brazos y piernas se agitaron velozmente
y las aguas giraban por el aire
, él luchaba cada vez más para ahogarla
y ella se debatía aterrorizadamente
Después de la lucha en vano,
él tomó a Pitricha de vuelta a su pecho.
No estaba muerta. Pero casi. Casi muero, dijo ella...
Lo sé, querida, le respondió él.
Bebiste mucha agua... Te asustaste...
mantente tranquila.
Solo estaba lavando tu cabello.
Tuve dificultad para salvarte.
Estabas cansada.
Él, mucho más callado que antes,
la sacó del agua.
Ella se aferró a su cuello
como si él fuera su propia vida.
Hicieron el camino de regreso a casa.
Cuando ella pasó por los girasoles,
observó que habían cambiado de lado.
Miraban hacia casa.
Un girasol a la derecha, otro a la izquierda...
lo veían todo, nada más.
Al día siguiente, ella no lloró, no gritó.
Y el hedor quería olvidar el lago.
No quería compartir su dolor.
El dolor siempre vuelve,
su dominio es amplio ilimitado.
Si ella volvió a sufrir
él volvióa enloquecer.
Hizo todo de nuevo,
tomó a Pitricha en sus brazos
llevóla al lago y trató de ahogarla.
Todo igual, no lo logró,
volvió con ella enlos brazos a casa
.la misma hoja fría por el rostro
.La naturaleza obserbava todo,
pero no interfiere
.El lago confabula con la vida
y cada vez se revuelve más
.Pitricha siempre bebía mucha agua,
parece que bebía el propio lago.
Dentro de este irreal ritual,
ella fue haciendo silencio de su dolor
.su jaula era sagrada y tenía un nivel muy elevado
entre los Dioses y los seres humanos.
cualesqueira otros seres.
Nadie necesita ser humilde o arrogante para sufrir.
..Esto no le interesa nada al dolor.
Su imperio es aterrador.
Fedor tenía, pues, una sagrada anti-misión:
Aliviar el sufrimiento de su amada,
regalo tan valioso que la vida le había dado
pero que quería de vuelta
Así que cuando su amada comenzó a llorar,
él se alejó. Fue al campo.
Ella era tan pequeña
que tantas veces desaparecía entre las sábanas sobre la cama
. Él, Fedor, sabía que en el lago no podría ahogarla;
buscar en los campos un potente veneno
capaz de aliviar su sufrimiento era su intención.
No encontró nada en lo que confiar para tal misión,
volvió a casa con los más deliciosos frutos de la estación.
¿Sería demasiado cruel ayudar a alguien a quien tanto se ama, a morir...?
Nunca pensó en esto. Entró en la habitación
y miró el montón de sábanas,
confundido, no vio a Pitricha.
No estaba en la cama ni en la habitación:
¿dónde estaría...? El corazón de Fedor se disparó:
Ella fue al lago a morir sola.
Corrió hacia el camino
y vio los girasoles mirando hacia el lago...
Pitricha estaría allí. Sin sorpresa,
realmente estaba allí,
dentro del agua. Querido, no pude,
bebí otro balde de agua y no me lavé el cabello.
El sentimiento de los dos era transparente,
siempre y mucho más en aquel lago.
Él entró al agua y la llevó en brazos, la llevó a casa.
Comieron los frutos, intercambiaron caricias,
hicieron promesas. Él perdonó su pequeña y cruel traición:
Querida, déjame ayudarte a lavar el cabello.
Sonrieron, eran cómplices...
la luz de sus ojos parecía más brillante y más firme.
Al día siguiente, ella empezó a caminar por la casa
y a preocuparse por el desorden
y por todo lo que sucedía afuera.
Al siguiente día pidió ir al lago caminando a su lado.
Si no podía, iría en sus brazos, agarrada a su cuello.
Dentro del lago, siempre había muchos momentos
de felicidad, ella olvidaba sus dolores y él también.
Él repitió el mismo gesto:
sumergió su cabeza en el agua.
Ella bebía agua como un pez, muerto de sed.
Fedor gritó un trueno:
Pitricha te estás curando y son las aguas del lago
que te están salvando...
Estas mismas aguas que bebes hasta casi ahogarte...casi.
Así, inmersos en las alegrías de la vida.
ellos bebieron muchas aguas
por todos los poros del cuerpo y el alma
.y repetidamente en el lago, ella se fortalecía
y se embellecía cada vez más.
Tan mágico el momento,
ellos se hicieron más lindos y fuertes,
tuvieron hijos y ambos vencieron sus dolores.
Él no pensaba ser médico.
No podía pensar en esto.
El lago era su santuario,
una verdadera y profunda iglesia
construida en un agujero de tierra,
por las manos de un hombre inocente y una mujer
donde con seguridad, moraba Dios.
Las fuerzas naturales los ayudaban
por supuesto.Los dolores,
los inexplicables dolores, crónicos y agudos,
y tantas otras enfermedades
se desarrollan por falta de agua
en el organismo
.Esta sería la síntesis de un médico niño
que fundamentó una brillante
y caridosa carrera médica.
Un curador nato. Sin un único truco de magia.
Él era el propio mágico
.Reyes y mendigos serían capaces
de implorar por sus aguas milagrosas.
El Doctor Fedor sumergía a sus pacientes
en tinas, lagos, ríos, los ataban si era necesario,
cualquier cosa que los hiciera beber agua...
Los pacientes, en la mayoría absoluta
de las veces dejaban sus dolores en las aguas.
Él no escondía nada:
Beban agua, mucha agua, sirvan agua,
mucha agua. Pero su lago todavía es sagrado hasta hoy.
Dicen que el lago es un laboratorio
plantas y todo lo demás hasta las piedras
que lo rodean son curadoras.
Los pájaros son hechiceros.
Que él Fedor nunca fue médico
nunca aprendió de nadie pero enseñó a médicos y personas
y a sanarse también.
Y dicen incluso que en cada lugar
que pasó echó unas gotitas de aquel lago sagrado
y así aún hoy podemos tener
sus conocimientos al alcance de la mano.
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